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La académica de la Universidad de Santiago, Dra. Catherine Flores, afirma que los resultados del estudio internacional PIRLS, que arrojó que 4 de cada 10 escolares chilenos no comprende lo que lee, demuestran la importancia de que los profesores los motiven, involucrándolos en la definición de los textos por los que los evaluarán. ¿El objetivo? Que se comprometan con la lectura, relacionándola con sus intereses. “Un niño no puede disfrutar la lectura si no comprende lo que lee”, considera.

El Estudio Internacional de Progreso en Competencia Lectora (PIRLS) arrojó que cuatro de cada diez estudiantes chilenos de cuarto básico se encuentra en niveles bajos de comprensión lectora. Pese a que el país obtuvo sus mejores resultados en dos décadas (494 puntos), aún se encuentra por debajo del promedio de los países participantes (511 puntos). La medición se aplicó en 2015, a 50 naciones y 9 ciudades.

Para la experta en didáctica de la lectura y jefa de carrera de Pedagogía en Educación General Básica de la Universidad de Santiago, Dra. Catherine Flores, uno de los principales factores que provocan esta deficiencia se produce en las escuelas. “No creo que la mejor forma de trabajar la lectura sea dando textos obligatorios, sin considerar el contexto de los niños, los intereses, la edad y las habilidades cognitivas que tienen para enfrentar un texto. Un niño no puede disfrutar la lectura si no comprende lo que lee”, señala.

Para la doctora en educación, los profesores deben considerar los intereses de sus estudiantes en la definición de los textos a evaluar durante el año escolar, consensuando un programa de lecturas. “Hay que hacer a los niños más partícipes y que tengan la posibilidad de elegir lo que quieren leer. No significa que solo van a leer sagas, también se pueden leer textos que el profesor decida, pero no todo tiene que ser obligatorio”, estima.

La Dra. Flores señala que un aspecto importante que deben tener presente los profesores es que los intereses de sus cursos no son homogéneos. “El profesor que tiene 40 alumnos en una sala no puede pensar que a todos les va a interesar el mismo texto. Al tener una complejidad léxica y sintáctica particular, y al abordar un tema particular, no va a ser pertinente para todos los niños”, explica.

En ese mismo sentido, insiste en que los intereses de los estudiantes de una misma sala varían según su sexo y las habilidades cognitivas que cada uno tiene, tanto de vocabulario como para decodificar mensajes.

Por otra parte, indica que es importante, también, modificar la manera de evaluar los libros que se leen en el colegio. “Lo que ha atentado contra la lectura por placer o por disfrute es fundamentalmente asociar la lectura a una evaluación que, en general, es de alternativas, donde los niños deben identificar detalles precisos. Esto, en contraste con lo que se podría hacer evaluando ese mismo texto, transformándolo en una dramatización, cambiando el final o pedirles que lo recomienden a alguien”, sostiene.

Además, afirma que los docentes deben poner especial atención a aspectos motivacionales que favorecen la lectura en los recintos educacionales, como hacer que los niños lean en espacios al aire libre y no sentados en sus bancos.

“Vamos bien, en el sentido de que las políticas públicas se han ido encaminando, pero en la implementación pueden haber problemas”, reconoce. “Estar tan cercanos a la media es un buen indicio. Lento, quizá muy lento, pero avanzando”, concluye.