Pese a las normativas existentes, falta fiscalización para controlar el uso
del fuego en la eliminación de los residuos agrícolas, lo que contamina el
aire y afecta el bienestar de las personas, cuestión que afecta
especialmente la zona comprendida entre las regiones de O’Higgins y
Los Lagos. Para solucionar este problema, el ingeniero civil químico y
académico de la Universidad de Santiago de Chile, Dr. Luis Díaz
Robles, expresa que urge que las autoridades refuercen el control y
estimulen a los vecinos a que aprovechen esos rastrojos como fuente de
energía o biomasa.
Por Andrés Zanetti
Es común que en esta época del año se dé inicio a una indiscriminada quema
de residuos agrícolas, entre ellos grandes cultivos de cereales, hortalizas y
otros, que se produce principalmente desde la zona centro sur del país hasta
la región de Los Lagos. Esta situación no sólo genera un impacto en la
calidad del aire, sino que además es dañina para la salud de las personas, se
ha agudizado cada vez más en los últimos años.
El ingeniero civil químico y académico de la Universidad de Santiago de
Chile, Dr. Luis Díaz Robles, explica que lamentablemente estas quemas,
algunas ilegales, se repiten todos los años. Si bien sostiene que ha habido
una tendencia a la reducción de estas prácticas, todavía no cuenta con la
suficiente fiscalización por parte de las autoridades, lo que ha provocado,
incluso, serias consecuencias en la población susceptible, especialmente
niños y ancianos, emplazados en los poblados y ciudades aledañas.
“Estas quemas agrícolas siempre coinciden con el inicio de clases donde la
mayoría de los niños que pertenecen al grupo susceptible, ya están en la calle
o en el colegio”, puntualiza el Dr. Díaz. Agrega el especialista que en
algunas situaciones la contaminación podría incluso afectar las zonas
urbanas. “En esos casos, cuando el humo llega a las ciudades, puede generar
un grave episodio de contaminación atmosférica, que podría alcanzar niveles
críticos y catalogarse como emergencia ambiental”, subraya.
Las quemas agrícolas tienen su apogeo entre marzo y abril, y en algunas
regiones pueden extenderse hasta mayo, una vez que la mayoría de los
agricultores ya han terminado su cosecha.
Las entidades responsables de la fiscalización son el Ministerio de Medio
Ambiente, Ministerio de Agricultura y Conaf, instituciones que tienen
contempladas las quemas agrícolas dentro de los planes de
descontaminación atmosférica.
Al respecto, Díaz Robles afirma que “debiese haber un mayor control y
coordinación entre los estamentos que están llevando estos temas”. Enfatiza
que “es probable que falte fiscalización o a veces el empresario o el
agricultor no se informan, o simplemente queman; sin considerar lo que
indica la autoridad”.
Aprovechamiento de biomasa
El experto sostiene que los residuos agrícolas que son quemados -como
rastrojos o la paja de los predios- eliminan o reducen plagas y agregan
cenizas fertilizantes al suelo, para beneficiar el próximo cultivo.
Añade que esos residuos podrían no quemarse y aprovecharse como biomasa
“desde un punto de vista energético, para producir otro tipo de bienes como
briquetas o pellets”.
El Dr. Díaz enfatiza que ante los problemas locales de cambio climático o
energéticos “hoy se está mirando con buenos ojos esta abundante biomasa”
que considera de “relevancia nacional”. De hecho, la Universidad de
Santiago ha desarrollado una iniciativa Fondef (Fondo de Fomento al
Desarrollo Científico y Tecnológico) que busca caracterizar la biomasa de
relevancia nacional y posteriormente tratarla en un reactor. “Este proceso le
permitirá a la biomasa tener características muy privilegiadas para generar
un pellet de alta calidad”, afirma. La idea es que este energético pueda
reemplazar a la leña reduciendo considerablemente las emisiones en las
ciudades contaminadas por quemas agrícolas.