La doctora en Historia de la Universidad de Santiago, Cristina Moyano, asegura que durante el juicio político que destituyó a la ahora ex Presidenta de Brasil, “hubo un gesto importante del Senado, que optó por dividir las acusaciones contra Dilma, impidiendo que quede imposibilitada de por vida de ejercer un cargo público, lo cual fue un guiño dentro de la clase política”.
Mostrarle al país un dato falso sobre la situación financiera del Gobierno, fue lo que llevó a Dilma Rousseff a abandonar el máximo cargo público de su país. En su segundo mandato, la ex Presidenta encabezó una economía que no superó el 3% del Producto Interno Bruto en los últimos 2 años, la inflación llegó a un 7% y se mantuvo con un partido político dividido. Sólo horas después de su destitución, asumió quien era su vicepresidente y aliado, Michel Temer, en un hecho histórico.
A juicio de la docente de la Universidad de Santiago, Cristina Moyano, pese a que en primera instancia se le acusó de abandono de deberes y de alterar cifras fiscales, “hubo un gesto importante del Senado, que optó por dividir las acusaciones contra Dilma, impidiendo que quede imposibilitada de por vida de ejercer un cargo público, lo cual fue un guiño dentro de la clase política”, sostuvo.
“Podrías haber tenido destitución de la Presidenta e imposibilidad de ejercer cargos públicos, pero quien dirigía el juicio logró dividir aquello y la segunda parte del voto la ganó Dilma, lo que hace y permite que siga en el escenario político brasileño y siendo una figura importante para el Partido de los Trabajadores”, complementó.
Respecto a la gobernabilidad que emprenderá Temer, la académica aseguró que “tiene una muy baja tasa de aprobación”, asegurando que su trabajo será restituir confianzas sobre el sistema político y lograr un pacto que permita sacar a Dilma de la escena política, pero dicha acción “no limpiará el Senado”, aseveró.
La experta señala que tras el juicio es relevante analizar los sectores que, finalmente, apoyaron la destitución, considerando que “la clase media brasileña comenzó a verse afectada por ciertos recortes para reorientar las políticas sociales de Dilma”, sostuvo. En ese sentido, enfatizó que el Senado de Brasil “es parte de esa misma clase”.
“Más del 89% del Senado es investigado por casos de corrupción… y es donde operan los lineamientos de lectura ideológica respecto a que esto fue un golpe blanco o un golpe de Estado, o una manera muy simple de sacar del Poder Ejecutivo cuando un Gobierno está realizando reformas cuyo carácter estructural amenaza las bases del sistema capitalista y del poder de las elites en América Latina”, asegura la doctora Montoya.
El caso de Chile: “un estallido social no es posible que ocurra”
Una crisis de legitimidad política es la que atraviesan varios países de América Latina. Si bien en Chile también se ha debatido esta lectura, a raíz de manifestaciones contra las AFP o contra el lucro en la educación, la doctora Moyano descarta un estallido social.
“Cuando las elites no logran restituir los pactos de confiabilidad y legitimidad, operan figuras externas, que pueden ganar adhesión de tipo caudillista o demagógicas, porque la legitimidad de los actores está muy erosionada. Un estallido social no es posible que ocurra, porque existe una efervescente presencia de movimientos desde hace décadas”, sostuvo.
No obstante, reconoce que “en el país hay descontento y sí, hay incertidumbre, ad portas de las próximas elecciones, que serán con un sistema electoral distinto a lo que habíamos conocido hasta ahora, donde habrá una ventana de oportunidades, que será abierta”.
A juicio de la analista política, en el caso de Chile, las movilizaciones “no han logrado permear, porque no hay comunicación política entre los partidos y el Gobierno”, aseguró.