Este año Fondo Esperanza(FE) destaca a las(os) emprendedoras(es) que se dedican con
perseverancia y constancia a mantener vivo el patrimonio y tradiciones del país.
V Región. No importa el rubro del emprendimiento que se desarrolle, Fondo Esperanza (FE)
siempre está para potenciar y prestar apoyo a quienes tienen un negocio y quieren surgir con él.
En el norte ofreciendo pastelitos en la carretera y haciendo artesanías, en el centro vendiendo
ropa y haciendo volantines, más hacia el sur los ricos platos cocinados en leña que se huelen
desde la entrada de cada pueblo y los colores de los tejidos que adornan las ferias de las plazas.
Así de diverso el trabajo que esforzadas(os) emprendedoras(es) de Chile desarrollan dando un
empuje, aportando a la economía y el desarrollo del país.
Tal es el caso de Romina Ruz, quien junto a su marido, estacionan su vehículo en Avenida
Magallanes, a un costado del supermercado, ubicado en el centro de Concón. En ese lugar, de
lunes a domingo, ofrecen los más variados dulces y pasteles, que a más de alguno recuerda su
infancia y le trae grandes alegrías. “Decidimos optar por un emprendimiento diferente. Sabíamos
que tenía que ser alimenticio, porque se vende más rápido, pero queríamos rescatar tradiciones y
momentos agradables a la hora de comerlos, es por eso que vendemos dulces frescos de La Ligua,
´guagüitas´, chocolates y, en definitiva, dulces de los 80s”, cuenta la comerciante.
Y si de rigor hablamos, Leila Peña, de la Ligua V Región, representa a las tantas emprendedoras
que salen adelante en nuestro país y hacen frente a cualquier tipo de contratiempo. Ha trabajado
incansablemente para sacar adelante su negocio de mantas de huaso. Símbolo de una tradición
chilena, ella también lo es del esfuerzo realizado por sacar sola a su familia adelante: “La Ligua es
famosa y reconocida por el buen tejer. Se venden chalecos, mantas y ropa en lana e hilo, así como
también, existen otras personas al igual que yo que se dedican a la venta de mantas, porque es un
buen negocio en la zona. Mi trabajo es súper bien mirado porque es diferente” agrega.
La comida no puede quedar fuera, con ella se entrega el cariño y traspasa de generación en
generación todos los secretos de nuestra idiosincrasia. Eso lo sabe muy bien Juan Ibáñez,
vendedor de empanadas de Valparaíso. Cerca de las cinco de la mañana, el emprendedor se
levanta y comienza a trabajar. Prepara la masa, pica la cebolla para el pino, arma las
empanadas y luego las deja en el horno. Cuando están listas, el olor recorre la casa. Juan
recoge su canasta con paños blancos, la posa en su brazo y sale a vender. “Mis empanadas
están rellenas de cariño para la gente de Rodelillo”, comenta entre risas.
Así, miles de comerciantes que salen adelante junto a Fondo Esperanza, celebran las
tradiciones nacionales potenciando sus negocios y emprendimiento junto a otros
microempresarios.