Apropósito de hacer elegible Historia en 3° y 4° medio.
Niños y niñas alegres, encantados, maravillados, por recorrer en familia unos trozos de pasados dispersos en la
ciudad. Familias, amigos, parejas, redescubriendo trechos visibles, objetivados ahí, pero propios, en un devenir
complejo que colocaba a esos documentos y a esos espectadores-visitantes, en el camino de un trayecto que
indefectiblemente, por una u otra parte, los unía. La historicidad de unos sujetos y unos artefactos
manifestantes de ella, en el Día del Patrimonio, de todos los patrimonios que se abrieron a lo largo del país.
Unos más institucionales que otros, pero patrimonios diversos, ricos, donde cada vez más organizaciones de la
sociedad civil abren sus puertas. Espacios todos para la exhibición, educación, diálogo respecto de
manifestaciones de la cultura y la historia, interpelando en múltiples hebras a miles y miles de ciudadanos que
se reconectaban con la historicidad del conjunto de la sociedad, del país, de la región, del territorio, de su
ciudad.
Una búsqueda incesante de sentido. Emotivo, cultural, colectivo, histórico. El Día del Patrimonio es un indicio,
como también lo son los variados éxitos editoriales de divulgación histórica, de programas televisivos y
documentales, de una creciente coyuntura que direcciona a grupos cada vez mayores de la sociedad a buscar
ejes significativos y fundantes de la narrativa personal y colectiva del quienes somos, es decir, de su propia
narrativa histórica. En esa precisa coyuntura, se anuncia por la prensa una ilusa y burocratizante medida del
Consejo Nacional de Educación, sobre la electividad del ramo de historia, geografía y cs. sociales en el último
ciclo de la educación media, sin tomar en cuenta la participación cabal de expertos, profesores y comunidades
educativas. Como si el ciudadano/a, pudiese -en una perspectiva de incremento de su reflexividad humana-
optar si quiere, o no, conocer (aprender) de historia, de la historia de aquel colectivo del cual él forma parte, de
su propio devenir personal y social, local y global. Es como si le dijésemos a una persona cuando va al psicólogo
si quiere optar por reencontrarse con su biografía personal, o en realidad prefiere solo reflexionar en abstracto
sobre su pensar y lenguajear, pero sin referencia a su experiencia, ni a su memoria, ni a la construcción
procesual de sí mismo y del qué piensa de ello. Incoherente, inconducente, infructuoso.
La enseñanza de la historia, en tanto ámbito fundamental del vivir humano, es irremplazable, y no puede ser
optativa, elegible. No es solo el aprendizaje de los errores y virtudes de las sociedades del pasado lo que su
busca en historia. Las sociedades tienden a caer, más de lo añorado, en múltiples errores, y también en no
pocos aciertos. Independiente de si las coyunturas fueron similares en cada ocasión, es necesario ilustrar y
reflexionar sobre cómo aquellas sociedades concretas actuaron y reaccionaron en determinadas experiencias
pasadas. Pero además, la asignatura de historia, geografía y ciencias sociales posee una centralidad e
importancia no reemplazable ni optativa, que es la de insertar al estudiante en el devenir de su sociedad,
instarlo a que reconozca su pertenencia personal y social en ese derrotero, haciendo inteligible los procesos
históricos del cual él y su comunidad forman parte. Entrega informaciones, interpretaciones, imágenes,
invitando a pensar cómo se ha ido estructurando históricamente el presente en el que habita. Herramientas y
recursos formativos que no pueden ser elegibles, deben educarse, informarse, apropiarse durante todo el
proceso educativo escolarizado.
En 3ro Medio, los Objetivos Fundamentales y los Contenidos Mínimos Obligatorios buscan educar sobre el
desarrollo histórico del país en el siglo XX, siglo crítico para entender la sociedad chilena actual, donde se
vivieron grandes trasformaciones sociales, políticas, económicas, territoriales, desde las crisis de su inicio, los
ambiciosos proyectos integradores de su medianía, como el quiebre de ese derrotero por el golpe de Estado, la
dictadura, la instauración del neoliberalismo y la transición hacia a la democracia, en sus últimas décadas. Son
procesos complejos, que deben tratarse por etapas y a nivel de conjunto. Poner estos contenidos como
optativos, es atentar directamente contra la comprensión crítica de una historia viva que estructura el presente,
justo cuando los estudiantes comienzan a relacionarse con el mundo social y poseen las primeras ideas e
inclinaciones políticas.
En 4to Medio el programa está vinculado a la Educación ciudadana, sin embargo, su abordaje se realiza desde la
perspectiva de comprender al sujeto y las sociedades en su desenvolvimiento histórico presente, desde el
ámbito nacional y global. Y en la práctica docente concreta, muchos profesores refuerzan contenidos del siglo
XX, ya que desde ahí estimulan la comprensión de la democracia y el Estado derecho, la inserción de Chile en el
mundo, entre otros contenidos mínimos obligatorios de ese nivel.
Como forma de salvar este nuevo autogol del Gobierno, la Ministra Cubillos defiende la medida diciendo que
ahora los escolares podrían llegar a tener más horas de historia, si sus liceos o colegios optan por ello, salida
retórica facilista, ya que no tiene como asegurarlo. También se argumenta que la asignatura de Educación
ciudadana, ahora obligatoria, sería impartida por profesores de historia. Aunque ambos ramos apuntan a formar
ciudadanos, sus ejes son complementarios, pero paralelos, el aprendizaje, por ejemplo, sobre cómo funciona el
Estado, no reemplaza la educación sobre los distintos signos políticos en diversas épocas que ha tenido -en
concreto- el Gobierno, y de cómo éstos respondieron a grupos específicos de la sociedad.
Si se sigue adelante con esta medida, significa hacer renunciar a los ciudadanos a la reflexión situada,
perspectivante y diacrónica, compleja, de su devenir que provee la historia. El resultado es censurar una parte
fundamental de la historia, en la práctica, una desinformación intencionada para escindir a los escolares de su
proceso histórico, desvirtuando la formación de la compleja historicidad del presente, de su presente.
Es concebir a los estudiantes en ese último ciclo escolar como meros operadores parciales en sistemas cada vez
más complejos, sistemas que cambian y que son posibles de transformar históricamente, pero sin darles las
herramientas conceptuales para reflexionar sobre ello críticamente, en el momento en que comienzan a
convertirse en adultos que requerirán de una mirada más densa y plural de su devenir.
Esta es otra medida que busca contener la búsqueda de sentido histórico que expresan en todo el país variados
grupos, comunidades y territorios, la sociedad en su conjunto, dificultando la reelaboración crítica de la historia
y la memoria del complejo pasado de nuestro Chile contemporáneo.